sábado, 10 de noviembre de 2012

¡¡¡ARAO!!!

A fin de enero, los araos se reúnen cerca de los acantilados en que van a criar. Cuando hay un número suficiente, comienzan unas ceremonias en las que los grupos «danzan» en el agua. Entrelazándose y esquivándose, las aves chapotean sobre las olas; de repente, el bando entero se sumerge y la «danza» continúa bajo el agua. Los araos también toman parte en vuelos comunales de exhibición, en bandos de cientos de individuos, girando, elevándose y sumergiéndose al unísono.
Tras su llegada a las cornisas de acantilados en primavera, dejan un amplio espacio entre un ave y otra; pero las cornisas se rellenan rápidamente con aves que se empujan mutuamente, combinando sus gritos «arr» en un coro acalorado, mientras luchan por obtener un sitio para anidar.
Estas aves no construyen nido. La hembra pone su único huevo en la roca desnuda. Gracias a su forma de pera, si es empujado o arrastrado por el viento, no rodará fuera del acantilado. Cuando los araos han puesto, las cornisas están repletas de aves alineadas casi hombro con hombro, a menudo mirando hacia el mar con el huevo sujeto entre las patas. Son muy escasa las parejas que anidan en la Península


Identificación: Pico puntiagudo; partes superiores pardo oscuro en verano, más grises en invierno; es menos común la variedad "bridada" (aves con anillo ocular blanco y línea blanca que partiendo del ojo se dirige hacia los lados de la cabeza); sexos iguales.


Nidificación: Cría en cornisas rocosas; pone, en mayo-junio, un huevo en forma de pera, muy variable en color, generalmente con manchas amarillas, pardas o negras; incubación, por ambos sexos, de 32 a 36 días; el pollo, alimentado por ambos padres, se echa al mar tras unos 16 días acompañado por sus padres.


Alimentación: Peces, moluscos, gusanos; algunas algas.
 
Hábitats: Islotes rocosos y acantilados marinos.





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