Elegante y confiada, la Cigüeña
Blanca es un ave popular en casi todas las regiones españolas su
costumbre de anidar en iglesias y otros altos edificios ha determinado
que su presencia resulte familiar a todo el mundo. El regreso de las
primeras cigüeñas al final del invierno suele ser un acontecimiento en
la plácida vida de pueblos y aldeas, que tradicionalmente han incluido
esta ave en multitud de dichos y refranes populares.
Terminada la cría de los pollos, y una vez que han
volado, los adultos siguen durmiendo en el nido por un tiempo; después,
a finales de verano, jóvenes y adultos se reúnen en bandos numerosos
apartados de los lugares de nidificación; vagan algunos días por la
comarca, durmiendo en árboles o en el suelo, hasta que llega el momento
de emprender el viaje a África, que las distintas agrupaciones realizan
gradualmente.
Poco amigas de una larga travesía sobre el mar, pues
utilizan corrientes térmicas para elevarse, aprovechan el Estrecho de
Gibraltar para cruzar a África. Se ha comprobado mediante el
anillamiento que las cigüeñas españolas invernan en África occidental,
al sur del Sahara.
Identificación:
Plumaje blanco; alas negras y blancas, pico y patas rojos; en vuelo
silueta característica con cuello y patas estiradas; sexos iguales.
Nidificación:
Nido voluminoso, construido o arreglado por el macho hasta que llega la
hembra poco después; consiste en un montón de ramas en forma de copa
poco profunda, guarnecido con detritus; puesta, en marzo-abril, de 4 a 5
huevos blancos; incubación, 34 días, por ambos padres; los pollos,
alimentados por la pareja, vuelan tras unos 60 días.
Alimentación:
Ciudades y pueblos.
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