Los quelonioideos (Chelonioidea) son una superfamilia de tortugas que
incluye las tortugas marinas. Consta de dos familias actuales,
Cheloniidae y Dermochelyidae, que incluyen siete u ocho especies
Clase : Reptiles
Identificación : Gran tamaño, con caparazón de color pardo rojizo en forma de corazón.
Tamaño : Longitud cabeza - caparazón: cerca de 2 m (récord, 2,13 m); longitud caparazón: 1,25 - 1,5 m.
Peso : De 100 a 150 kg., pero se han encontrado ejemplares que superan la media tonelada.
Distribución : Mares de todo el mundo; preferentemente cálidos.
Alimentación
La dieta de la tortuga boba es básicamente carnívora: esponjas,
cefalópodos, caracoles y otros moluscos, peces, crustáceos, erizos,
insectos llevados por el viento, todo tipo de larvas de peces e
infinidad de invertebrados. También se alimenta de plantas marinas como
Zostera y Thalasia, así como de sargazos. El pico de la tortuga boba es
córneo y de extraordinaria dureza, ideal en su dieta carnívora, sobre
todo para capturar medusas; aunque el organismo de estas presas esté
compuesto en un 98% por agua, sus membranas resultan muy nutritivas.
Resguardado su esófago y estómago con una capa protectora, la tortuga
ataca incluso a las urticantes y venenosas carabelas portuguesas.
Depredadores
Como ya se ha apuntado, las tortugas pueden ser capturadas incluso
antes de nacer. Los huevos son codiciados por diversos animales: los
cangrejos son oófago, pero no acceden a ellos tan fácilmente como los
mapaches; asimismo, los varanos, los zorros e incluso los perros
asilvestrados desentierran ávidamente los huevos. Con todo, siendo
importante este expolio de los nidos, la auténtica masacre todavía no ha
empezado. Cuando las pequeñas tortugas asoman al exterior por primera
vez, empiezan una corta pero dificultosa carrera de obstáculos antes de
llegar a la orilla, ya que sus depredadores son muy numerosos: cangrejos
fantasmas, chacales y otros carnívoros, gaviotas, cuervos y otras aves,
diversos reptiles, etc.
Se calcula que sólo una de cada mil tortugas consigue superar todas las
pruebas y llegar a la edad de reproducción.
Una vez en el mar, los depredadores se concentran en lugares donde las
tortugas encuentran alimento (por ejemplo, en las concentraciones de
sargazos). Así, las pequeñas tortugas pueden ser presa del pez delfín o
del pez de los sargazos. Conforme adquiere peso, la tortuga se hace
respetar y se convierte, a su vez, en un depredador más potente, aunque
no del todo invulnerable: incluso los mayores ejemplares pueden ser
atacados por los tiburones.
Sistemas de defensa
La velocidad de natación de as pequeñas tortugas es muy limitada, por
lo que raramente intentan huir. Si se presenta la ocasión, suelen
esconderse entre los sargazos y otros elementos flotantes, pero lo más
frecuente es que se hallen sin protección alguna, por lo que, ante un
potencial depredador, adoptan una estrategia muy efectiva: dejan de
nadar y recogen sus extremidades.
De esta forma, parecen más un objeto dando vueltas a la deriva que algo
vivo que atraiga la atención, y permanecerán en esta posición hasta que
pase el peligro. Cuando están suficientemente crecidas, sus potentes
aletas les facilitarán una rápida huida.
Distribución
La tortuga boba se puede considerar “subcosmopolita”, ya que
prácticamente se encuentra en todos los mares del mundo. Su hábitat
preferido es el mar abierto, aunque también se puede ver en las zonas de
poca profundidad y de menor salinidad: bahías, desembocaduras de ríos e
incluso lagunas costeras. Su área de distribución va de Japón a
Australia, de Canadá a Chile, de Terranova a Argentina, del Báltico y el
mar del Norte a Sudáfrica, y de Kenya al extremo sur de África; además,
es la única tortuga algo frecuente en el Mediterráneo.
Es más abundante en los mares cálidos, tropicales y
subtropicales, pero también llega a las latitudes más altas, entrando en
los océanos glaciales, aunque la temperatura del agua sea muy baja. En
eso es muy parecida a la tortuga laúd, de la que se halló un ejemplar
con una temperatura corporal de 18°C en unas aguas que estaban a 7,5°C.
Aunque los quelonios se consideran animales de sangre fría (están
condicionados por la temperatura del medio), aún está por aclarar si
poseen algún sistema de termorregulación. En este sentido, algunas
tortugas marinas serían comparables a los cocodrilos, que también
utilizan diversas estrategias para regular su temperatura, e incluso
pueden llegar a hibernar, como alguno de ellos. De hecho, aparte de la
propia inercia térmica de su cuerpo, se ha comprobado que existe una
regulación activa pro intercambio de calor en la unión aleta-cuerpo.